Gu Yu hizo clic en el perfil. En la pantalla apareció la imagen de una chica de expresión serena y amable.
—¿Es… Li Zhiyun?
¡Claro! Era la asistente que acompañaba a la protagonista Su Yue en la obra original.
Gu Yu lo recordó de inmediato. Durante el periodo en que Su Yue participaba en un programa de variedades, había una trama donde ella conocía a una asistente temporal, una joven que había llegado al equipo por necesidad, tras no encontrar empleo. Su Yue, con su habitual intuición aguda, la tomó bajo su ala, y aquella chica terminó convirtiéndose en una mano derecha imprescindible. Más adelante, jugaría un papel importante en la adquisición de la familia Gu, formando parte del núcleo del grupo protagonista.
Lo más relevante era que Li Zhiyun tenía un carácter serio y responsable, era discreta, leal y muy competente. Justo lo que Gu Yu necesitaba ahora mismo. En lugar de esperar a que ella se cruzara con Su Yue y se volviera en su contra, ¿por qué no adelantarse y reclutarla primero? Así eliminaría un obstáculo antes de que apareciera.
Además, ahora necesitaba urgentemente una representante confiable. Y como conocía el desarrollo de la historia, sabía que no había nadie más confiable que Li Zhiyun.
Sí, tal vez estaba traicionando un poco a Su Yue, pero… si quería sobrevivir en este mundo, no le quedaba otra opción más que arrancarle una pieza a su muro de contención.
Gu Yu pulsó “Contratar”. La respuesta llegó casi al instante. Por lo visto, Li Zhiyun también estaba desesperada.
Tras un breve intercambio por el chat del sitio, llegaron rápidamente a un acuerdo. Gu Yu incluyó una cláusula especial de confidencialidad sobre su identidad, y Li Zhiyun la aceptó sin dudar.
La cooperación fluyó con sorprendente facilidad. Ese mismo día, Gu Yu compró un local en una de las zonas más transitadas del centro de la ciudad. Lo destinó como tienda de moda personalizada, encargando una remodelación exprés. Después, pidió a Li Zhiyun que comenzara a hacer promoción, a aceptar visitas y tomar pedidos.
Con esto, Li Zhiyun firmaría contratos afuera, reuniría los requerimientos de los clientes y se los transmitiría a Gu Yu. Así, ella diseñaría y confeccionaría sin necesidad de mostrarse en público.
¿No era acaso la solución perfecta?
Gu Yu estaba de un humor inusualmente alegre. El entusiasmo le hervía en el pecho, tanto que decidió no dormir y lanzarse de lleno a trabajar, aprovechando también para probar las herramientas que la tía le había comprado.
Como primer ejercicio para entrar en ritmo, tomó como referencia el maniquí del estudio y, basándose en sus medidas, diseñó un vestido a modo de muestra para atraer clientas.
Su trazo era limpio y preciso, cada línea fluía con naturalidad sobre el papel, delineando curvas armoniosas y patrones delicados. Los adornos que diseñaba estaban distribuidos con elegancia, transmitiendo una belleza sofisticada y envolvente.
Eligió una tela de satén rojo intenso, como llamas danzantes, y con manos expertas la transformó en un vestido de gala deslumbrante, tan radiante como una rosa en plena floración.
Antes de empezar, Gu Yu ya había investigado un poco sobre la industria de la moda en este mundo. En comparación con el suyo de origen, aquí el desarrollo era notoriamente más atrasado: los diseños eran monótonos, las paletas de colores limitadas, y muchos tejidos de buena calidad no eran aprovechados en su totalidad. Para alguien como ella, aquello no era más que una gran oportunidad esperando a ser aprovechada.
Tras una noche entera de inspiración febril, el resultado fue una pieza que rozaba la perfección. Gu Yu contempló su obra con satisfacción: un vestido de gala rojo fuego, como una joven apasionada danzando entre llamas, vibrante, elegante, y rebosante de personalidad.
“Con un vestido así, en un escenario… sería imposible no brillar”, pensó.
Guardó cuidadosamente el vestido, decidida a llevarlo a su tienda antes de la grabación del programa. El local acababa de abrir, aún le faltaban muchas cosas, y sobre todo, más prendas. Tenía que diseñar varias piezas cuanto antes si quería captar la atención del público.
Li Zhiyun también había presentado algunos diseños. Gu Yu los revisó y, aunque no eran demasiado llamativos y su estilo resultaba algo sencillo, no estaban mal. Así que aceptó incluirlos como parte de la colección decorativa de la tienda.
Con eso, había completado una tarea importante. Gu Yu se estiró con alivio. Llevaba toda la noche sin dormir, sumida en una racha de creatividad imparable, pero ahora que se había detenido, el cansancio la envolvió como una ola, arrastrando su cuerpo y su mente.
—Qué sueño…
Salió del estudio secreto, cerrando con cuidado la puerta tras de sí, y se dejó caer de lleno en su cama. Sus párpados pesaban como plomo, y en un instante, ya estaba profundamente dormida.
Durante el día, la tía Lin había intentado despertarla una vez, pero ella apenas logró sentarse a comer un poco de lo que le habían traído antes de volver a quedarse dormida. En otra ocasión, al despertar brevemente, preguntó por Su Yue, y la tía Lin le aseguró que estaba en el patio trasero, trotando como siempre. Gu Yu asintió medio dormida, y volvió a caer en un sueño profundo.
Durante los días siguientes, la rutina se repitió: Gu Yu no salía del estudio. De día o de noche, se mantenía encerrada en su “base secreta” diseñando ropa sin parar. Pedía que la tía Lin le dejara las comidas en la puerta, sin necesidad de verla.
Su Yue, por su parte, empezó a notar algo extraño. Había ido varias veces a tocar su puerta, pero nadie respondía. La tía Lin, que parecía saber algo, evitaba decirle nada.
Con los labios apretados, Su Yue dejó una vez más la bandeja de comida frente a la puerta cerrada. Sus ojos color vino tinto se llenaron de una neblina espesa, densa como el anuncio de una tormenta. Se quedó allí un momento, inmóvil, y luego se dio la vuelta en silencio.
En ese mismo instante, mientras recortaba tela, Gu Yu sintió de repente un escalofrío que le recorrió la espalda, y estornudó con fuerza.
—¡Achú!
Se frotó la nariz y murmuró:
—¿Por qué está tan frío de repente? ¿Será que me está bajando la inmunidad de tanto desvelarme?
Lo dijo en voz baja, como si fuera una queja pasajera. Pero sus manos no se detuvieron ni por un segundo.
“¡Trabajo terminado!”
Gu Yu por fin completó la última puntada. Soltó aguja e hilo, revisó con minuciosidad cada detalle y, al no encontrar ningún error, empaquetó todo con sumo cuidado. Luego mandó los frutos de estos días de arduo trabajo a la tienda, encargándoselos a alguien de confianza.
Era el último día. Mañana tendría que asistir al programa de variedades… y enfrentarse al ejército de pretendientes de Su Yue.
Tan solo pensar en eso le provocaba dolor de cabeza. Los días felices siempre pasaban volando, y su tranquila vida de holgazanear llegaba oficialmente a su fin. Qué pena…
—No pasa nada, Gu Yu —se animó a sí misma—. No tengas miedo. Solo recuerda no meterte con Su Yue ni con sus admiradores, no llames la atención, quédate calladita en un rincón como un pequeño fantasmita y todo saldrá bien. ¡Esto no puede contigo!
Se armó de valor con una última consigna:
—Apenas se acabe, ¡salgo corriendo! Si corro lo suficientemente rápido, ¡el peligro no me alcanzará!
Respiró hondo varias veces y al fin sintió cómo la tensión se disipaba. Estaba lista para enfrentar el reto de mañana con renovada confianza.
—Ah, cierto… esto tengo que dárselo a Su Yue más tarde.
Sacó una pequeña caja de regalo con una envoltura pulcra y elegante. Dentro, descansaba una corbata femenina, confeccionada con gran detalle y delicadeza.
La había cosido la noche anterior, especialmente para regalársela a Su Yue.
Gu Yu había visto en su móvil que Su Yue se había hecho viral por un drama reciente. En una de las escenas aparecía con una gabardina larga y un traje, un estilo sobrio y elegante que destilaba una energía fría y poderosa. Gu Yu quedó fascinada con esa imagen, y pensó en hacerle una corbata negra como obsequio, algo que combinara a la perfección con ese porte.
Al contemplar la corbata negra, sencilla pero refinada, no pudo evitar sonreír con ternura.
Realmente quería dársela en ese mismo instante.
Así que, después de mucho tiempo, bajó las escaleras para respirar un poco de aire fresco… y justo en el descansillo, se topó con Su Yue, que estaba por subir.
—Oye, Su-
Gu Yu apenas había comenzado a decir su nombre, cuando Su Yue pasó de largo sin mirarla, como si no la hubiera visto. La ignoró por completo, fría y distante, con una indiferencia que dolía más que cualquier reproche.
Gu Yu se quedó inmóvil en el descanso de la escalera, paralizada. En sus manos, seguía sosteniendo con fuerza esa pequeña y delicada caja de regalo…
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