—Señorita Gu, ¿qué tipo de persona le gusta como pareja? ¿Alguien dulce, obediente, como una amiga de la infancia… o acaso… —Su Yue echó un vistazo fugaz a Lan Xi al otro lado del sofá, como si sus palabras tuvieran una segunda intención—… una mujer extraña que aparece de repente?
Sus labios se curvaron apenas, con esa sonrisa que parecía amable, pero que no dejaba entrever ni una pizca de sinceridad.
—¿Cuál de las dos prefieres?
Lan Xi frunció levemente el ceño, aunque su expresión seguía serena mientras miraba a Gu Yu.
En cuanto Su Yue terminó de hablar, todas las miradas del set se dirigieron a Gu Yu. La presión sobre ella se disparó.
Cientos de ojos la observaban, con expresiones de todo tipo. Pero entre todas esas miradas, la más imposible de ignorar era la de Su Yue: intensa, directa… abrasadora.
—Yo… —balbuceó Gu Yu.
¿Qué clase de pregunta era esa? ¿Y esa “mujer extraña” de dónde había salido? ¿No se suponía que solo había que elegir un tipo? ¿Ahora también cuenta lo de “amiga de la infancia”?
No podía negarlo, Su Yue tenía un talento extraordinario para manipular el tema como se le antojaba.
Gu Yu se quedó sin palabras. Ante la provocación intencionada de Su Yue, era como si tuviera que tragarse una cucharada de algo amargo sin poder escupirlo.
No sabía con exactitud a qué se refería Su Yue, pero su intuición femenina le gritaba que cualquiera de esas dos opciones era una trampa. Si elegía, perdía.
—Yo… todavía no tengo un tipo ideal —respondió al fin, con la voz tensa y una sonrisa forzada. No podía obligarla a elegir, ¿verdad? Sería demasiado atrevido.
—Parece que aún no ha encontrado a la persona adecuada —dijo el presentador, rescatándola con una sonrisa y desviando sutilmente la conversación. —La señorita Su y la señorita Gu parecen llevarse muy bien. Nada que ver con lo que dicen en internet —añadió, en tono distendido.
Su Yue seguía observando a Gu Yu, con una sonrisa tan cálida que resultaba inquietante. A Gu Yu le recorrió un escalofrío.
—Claro —dijo Su Yue—. La señorita Gu y yo siempre hemos tenido una buena relación. Siempre me ayuda a secarme el cabello y todo.
Sonó dulce y sincera, como si nada fuera extraño en ello.
Pero si al menos las fans del público no la miraran con esas ganas de asesinarla…
La cara de Qin Mo se oscureció notablemente. Su mirada hacia Gu Yu se volvió más fría, inquisitiva. Gu Yu sintió que la piel le ardía, como si le clavaran agujas en la espalda.
—¿Verdad que sí, señorita Gu? —remató Su Yue con un tono juguetón en la voz.
Le lanzó una mirada provocadora a Lan Xi, y luego sonrió con sus labios curvados y sus ojos color vino tinto brillando con inocencia, como la de un conejito inofensivo que acababa de dar una patada mortal.
Lan Xi la miró fijamente, con una expresión helada, y por una vez, no respondió.
Lu Yang, mientras tanto, miraba a las tres con un gesto de diversión, como si estuviera disfrutando del show. Sonreía con ironía, con una chispa de burla en la mirada, como esperando que la situación se desbordara.
“¿Perdón? ¡¿’Siempre’ te seco el pelo?! ¡Fue solo una vez! Y encima fuiste tú quien vino a buscarme”, pensó Gu Yu.
Estaba al borde del colapso. Sí, vale, secarle el pelo no era gran cosa… pero ese no era el punto. El problema era que estaban solas, una alga y una omega, en la misma habitación, con un nivel de cercanía más que sospechoso. ¿Qué iban a pensar los fans? ¿Y los pretendientes de Su Yue?
“¡Van a pensar que quiero quitársela y me van a hacer pedazos!”.
En ese momento, a Gu Yu se le heló el corazón. Cuando ese episodio saliera al aire, estaba condenada a ser linchada en internet, y quién sabe cuántos enemigos más se estaba ganando ahora mismo.
Era una trampa perfecta: no podía seguirle el juego a Su Yue y admitirlo, pero tampoco podía decir la verdad y revelar que ella también era omega. Estaba atrapada sin salida.
Desde fuera, cualquiera pensaría que estaba intentando algo con Su Yue. Pero solo ella sabía que, cuando vivía en casa de los Gu, Su Yue era fría, distante, completamente inaccesible. Nada que ver con esta imagen dulce, encantadora, casi angelical que estaba mostrando ahora.
“Su Yue… ¡¿cómo es que tienes dos caras?!”.
Gu Yu la miró, atónita, con los ojos abiertos, como si no pudiera creer lo que estaba pasando. Esos ojos rojos como el vino parecían arder. Le temblaban los dedos.
¿Lo estaba haciendo a propósito? ¿Estaba diciendo todo eso para vengarse, para dejarla en ridículo, para enemistarla con todo el mundo?
¿La odiaba tanto como para eso?
Tenía la garganta seca, no podía decir ni una palabra.
Los ojos de Su Yue brillaban intensamente, cada vez más duros, más hirientes. Gu Yu bajó la mirada. Sus pestañas empezaban a humedecerse.
Subió un poco las gafas con los dedos, cerró los ojos con fuerza, respiró hondo… intentando tragarse esas malditas lágrimas.
Y entonces, el silencio lo llenó todo.
Gu Yu no dijo nada. Ni afirmó ni negó. Solo se quedó sentada, en silencio, con la cabeza baja. El ambiente se volvió helado.
El presentador, notando que algo no iba bien, intervino rápido, cambiando de tema para evitar que el ambiente se viniera abajo por completo.
Los ojos de Su Yue ya no tenían rastro de sonrisa. Ella solo quería molestar un poco al espumante ese que le resultaba tan irritante… pero ¿por qué Gu Yu se veía así? ¿Por qué parecía tan triste? ¿Acaso había dicho algo fuera de lugar?
Maldita sea. Su Yue apretó los labios, sintiendo que algo dentro de ella se desordenaba.
¿Podía ser que Gu Yu pensara que lo había hecho a propósito? ¿Que solo había aprovechado la ocasión para vengarse de ella, para dejarla mal parada frente a todos?
Todo el mundo sabía lo tensas que eran sus interacciones. Cada vez que aparecían juntas en pantalla, los fans de inmediato atacaban a Gu Yu, elevándola hasta el top de las tendencias… por las peores razones.
Y ahora se había complicado todo.
Sí, Su Yue quería usar la presencia de Gu Yu como escudo para alejar a ciertos alfas entrometidos, pero nunca pensó que Gu Yu lo tomaría como una provocación o una venganza.
Y si lo había malinterpretado, entonces… ya no habría forma de arreglarlo.
Gu Yu seguía con los ojos bajos, el rostro perfectamente sereno, distante, sin mostrar ni una pizca de emoción. Tan controlada, tan fría… que por un momento Su Yue pensó que quizá se lo había imaginado todo.
Pero entonces la vio.
Una fina línea rojiza en la comisura de los ojos de Gu Yu, apenas perceptible… pero suficiente.
Ella alzó la vista, y en esas pupilas claras brillaba una capa tenue de humedad, como si una flor blanca hubiera quedado empapada bajo la lluvia.
Y por alguna razón, esa imagen le hizo doler el pecho.
Su Yue frunció el ceño con suavidad, desviando la mirada. No quería seguir viéndola.
Se sentía culpable. En realidad, no había planeado hacerle nada a Gu Yu en el programa. Pero ahora, aunque intentara explicarse, sabía que ya no serviría de nada.
Gu Yu no le creería.
Se hizo el silencio entre ellas. Nadie dijo nada. Hasta que finalmente, el conductor anunció el siguiente segmento del programa.
Era el turno de la “Reinterpretación de Escenas”, un clásico del show. El equipo del programa elegía fragmentos de películas famosas y los invitados debían representarlas en vivo, demostrando su talento actoral.
Para Su Yue, una actriz profesional, era una gran oportunidad para brillar.
Pero para Gu Yu era un verdadero infierno. No importaba cuánto deseara evitarlo, no podía negarse.
El presentador pidió a cada invitado que sacara una tarjeta con el título de la escena y el personaje asignado. Aquellos que obtuvieran la misma historia serían emparejados para actuar juntos.
Gu Yu fue la última en sacar su tarjeta. Al abrirla, leyó el título de una historia sobre un amor prohibido entre profesora y alumna. Su personaje se llamaba Mu Zhou, una profesora universitaria omega.
Y quien interpretara a su pareja, Zhou Yingzhi… estaría a punto de revelarse.
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