—¿Entonces… en tu corazón, ella es más importante que yo? —Los ojos dolidos de Su Yue se clavaron en Gu Yu con una expresión lastimera, como si hubiera tenido que tragarse un caramelo amargo a la fuerza.
—Lo siento, pero debo ir primero a… mmh…
Gu Yu ni siquiera alcanzó a terminar su frase cuando Su Yue dio un paso al frente. Con una mano rodeó su estrecha cintura, y con la otra sostuvo firmemente su nuca, encerrándola por completo entre sus brazos.
—¿?!
El cuerpo de Gu Yu se tensó al instante, sus pupilas se contrajeron bruscamente. De pronto, sintió unos colmillos afilados clavarse en su cuello con un mordisco suave…
El leve dolor se mezclaba con una extraña sensación de cosquilleo, como si una espina de rosa se le hundiera en la piel. Una atmósfera ambigua y electrizante se encendió entre ambas sin previo aviso.
“¿Qué está pasando? ¡¿Esto estaba en el guion?!”
Con los ojos muy abiertos, Gu Yu miraba con incredulidad a la persona que se aferraba a su hombro y la mordía suavemente. Un mechón de su cabello negro le rozó la punta de la nariz: hacía cosquillas… y olía increíblemente bien, con un aroma embriagador a flores.
De pronto, sintió que donde había sido mordida ahora la cubría una lengua cálida y húmeda, lamiendo lentamente su piel. Gu Yu se estremeció de pies a cabeza y empezó a forcejear.
—Su Yue… ¡ah…!
Pero Su Yue apretó un poco más, combinando esa sensación de escozor y caricia que le hizo perder toda la fuerza. Las piernas de Gu Yu comenzaron a temblar, y solo pudo sostenerse abrazándose al cuerpo de Su Yue, lo que hizo que quedaran aún más pegadas.
Aunque tenían una estatura similar, Gu Yu solía parecer más imponente por su rostro frío y el aroma salvaje de sus feromonas de “Jägermeister”. Pero en ese momento, parecía que Su Yue la dominaba por completo, convirtiéndose en quien llevaba el control de este juego.
—Soy tu alfa —susurró Su Yue con una voz ronca y baja junto a su oído.
Un escalofrío eléctrico recorrió el cuerpo entero de Gu Yu y le golpeó el corazón directo, dejándola temblorosa y sin aliento.
Su rostro se tiñó de rojo, las orejas encendidas como si fueran a gotear sangre. Su cuerpo ardía de forma alarmante, y unas lágrimas involuntarias se asomaron en sus ojos, tambaleándose al borde de caer.
Desde un ángulo que la cámara no captaba, Gu Yu le dio un pequeño arañazo a Su Yue en la espalda. Pero en esa atmósfera tan cargada de tensión íntima, aquel gesto, que parecía una advertencia, se sentía más bien como una súplica silenciosa de deseo, provocando aún más a Su Yue —la misma Su Yue que hasta hace un instante se comportaba como una alfa tranquila— y estirando hasta el límite el hilo de su autocontrol.
Los ojos de Su Yue, originalmente de un claro tono borgoña, se tornaron de un rojo oscuro profundo, como un pantano viscoso, brillando con una luz depredadora bajo las sombras. Parecía una serpiente venenosa a punto de atrapar a su presa, y todo su cuerpo irradiaba un aura de posesión.
Gu Yu forcejeó con fuerza, pero Su Yue la sujetaba con tal firmeza que no podía moverse ni un poco, como un conejito blanco que había caído en una trampa.
—¡Zhou Yingzhi! —susurró Gu Yu con un leve temblor en la voz. Sus ojos claros parecían una camelia blanca empapada de rocío: frágiles y suaves.
Quería advertirle a Su Yue que aún estaban en el escenario, pero no estaba segura de si aquella escena no era parte de su diseño premeditado. Por eso no se atrevió a detenerla bruscamente, y solo se animó a llamarla por el nombre de su personaje, a modo de prueba.
¡Si no paraba ahora, ni siquiera ella iba a poder soportarlo!
Justo en ese instante crítico, alguien la agarró bruscamente por el cuello de la ropa desde atrás, y de un tirón forzado separó a esa bestia salvaje al borde de perder el control. Por la inercia, Gu Yu retrocedió varios pasos.
—¡¿Qué demonios estás haciendo?!
Una voz femenina clara y airada estalló con fuerza. Lan Xi, con los ojos relucientes como cristal rosado, la miraba con una furia que se derramaba de su mirada, al punto de volverse casi tangible.
—Haaah…
Su Yue exhaló lentamente, y luego levantó la vista con desinterés. Sus ojos todavía conservaban un leve tinte rojo, y sus labios, llenos y húmedos, brillaban como si estuvieran cubiertos de rocío. Parecía una criatura de ensueño, radiante y descarada. Aun así, su actitud era totalmente despreocupada, como si nada le importara.
Curvó los labios con una sonrisa ambigua, como si todavía estuviera saboreando lo que acababa de pasar.
—Compañera Bai Cai, ¿y tú qué tienes que ver en todo esto?
Con desdén, Su Yue bajó la mirada y deslizó el pulgar por la comisura de sus labios, limpiando lentamente el rastro de humedad que aún quedaba. Bajo la luz cálida, ese simple gesto parecía aún más provocador.
—¡Su—! ¡Zhou Yingzhi, no te pases de la raya! —Lan Xi casi estallaba de rabia. El aroma penetrante de sus feromonas, como vino espumoso de cereza, emanaba desde su cuello y se arremolinaba a su alrededor como una flecha lista para dispararse.
¡¿Cómo se atrevía aquella omega a hacerle eso a Gu Yu delante de ella?! ¿Acaso creía que el público era ciego?
Lan Xi ardía de indignación. Esta omega sí que era atrevida. ¡Sin siquiera liberar sus feromonas, se atrevía a actuar con tanta arrogancia! Ya vería cómo le enseñaba una lección a esa descarada que no conocía su lugar.
—¿La profesora Zhou ya te dio permiso para hacerle eso? ¿Te crees con derecho a tocarla? De verdad que das pena, Zhou Yingzhi.
Lan Xi alzó una ceja con burla.
—¿No será que te pareció linda nuestra profe y te dio un ataque de calentura? Porque viendo el destino de tus otras omegas anteriores… tsk, tsk, tsk.
—Je… —Su Yue entrecerró sus ojos oscuros, teñidos de rojo, con una voz fría y despectiva—. Lo nuestro no tiene nada que ver contigo. Como su alfa, por supuesto que estaré siempre a su lado, para asegurarme de que nadie más la lastime.
Hizo una pausa y añadió, con una sonrisa burlona:
—Al menos no soy como ciertas personas, que hasta ahora siguen siendo unas cobardes, escondiéndose, incapaces de confesar lo que sienten antes de decir adiós.
Sus labios se curvaron apenas, como si disfrutara del golpe.
—Así que dime, ¿comparada conmigo, quién está peor?
La tensión entre las dos era cada vez más intensa. Estaban cara a cara, como agujas cruzadas, como fuego a punto de estallar.
Aunque la escena todavía parecía encajar dentro del guion, el ambiente se sentía… raro. Tan raro que incluso el director no sabía si debía intervenir.
El escenario estaba saturado con el aroma a vino espumoso de cereza de las feromonas de Lan Xi, lo que hizo que Gu Yu se sintiera incómoda.
Todo se había salido de control.
Gu Yu se quedó quieta, con las sienes palpitando con fuerza. Atónita, miraba esa escena tan absurda, con la mordida en el cuello aún doliendo levemente bajo su mano.
Por suerte, Su Yue no la había mordido justo en la glándula. De haberlo hecho, su condición de omega habría quedado completamente al descubierto.
Aunque no entendía por qué el guion había cambiado tan repentinamente, sabía que las feromonas de Lan Xi eran tan fuertes que hasta a ella le costaba soportarlo. Si a eso le sumamos que Su Yue tenía un cuerpo débil… ¿no estaría sufriendo mucho más?
Gu Yu volvió la mirada hacia Su Yue. Tal como temía, la otra tenía el rostro pálido y tenso: claramente no estaba bien.
Pero justo en ese momento, Su Yue sintió su mirada preocupada… y sus ojos rojos se suavizaron de golpe. Extendió una mano hacia ella y, con una sonrisa serena, le dijo con voz suave, como una brisa cálida:
—Ven… ven conmigo.
Como guiada por un hechizo, Gu Yu se quedó mirando esos ojos fijos en los suyos: decididos, tiernos… Tan sinceros, tan suaves, que su corazón no pudo evitar latir con fuerza.
Era como si ella fuese un marinero seducido por una sirena en las costas de Honduras. Como si el azul del mar fuese su falda ondeante, el cielo tembloroso su velo, y todo a su alrededor reflejara sus delicados ojos y su gentil sonrisa.
Gu Yu sintió que estaba cruzando una línea prohibida, como si hubiese sido arrastrada por un canto embrujado, dispuesta a naufragar sin vuelta atrás.
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Comentarios del capítulo "Capítulo 25"
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