Gu Yu devoró la comida a toda prisa y volvió enseguida a su habitación. Con el portazo que resonó en el piso de arriba, el salón recuperó su silencio habitual.
La tía Lin no entendía qué había pasado. Pensó que seguramente su señorita había sido maltratada en el programa, y por eso estaba de tan mal humor.
Echó una mirada a Su Yue, que también estaba en silencio, y tras dudar un instante, decidió que lo mejor era no molestarlas. Quizás… solo era una pelea entre niñas.
Después de que la tía Lin se marchara, Su Yue dejó los palillos. Apenas había probado bocado.
Agachó la cabeza en silencio, y en sus ojos color vino oscuro pasó un destello turbio, difícil de descifrar.
¿Acaso… la odiaba ahora?
…
Gu Yu se tiró en la cama nada más entrar a su habitación, y se metió de cabeza bajo las mantas, con el cabello suelto desparramado sobre los hombros.
Tenía la cara completamente roja. Desde que comenzó ese programa, desde su primera escena juntas… algo estaba empezando a cambiar, aunque no sabía exactamente qué.
La mordida en su cuello ya no dolía; apenas quedaba una marca tenue, rojiza. El beso en el dorso de su mano también había desaparecido hacía rato. Pero aquella sensación tan extraña e indescriptible aún palpitaba en su interior, como si hubiese destapado una caja de recuerdos, y ahora todo le viniera encima como una ola.
Se llevó los dedos a los labios, recordando con claridad esa sensación: el roce de piel contra piel, cálido y suave, con el leve aliento de la otra… un contacto fugaz, apenas un suspiro.
Como el viento, apenas dejó el dulce aroma del chocolate entre sus labios.
Y sin poder evitarlo, Gu Yu pensó en esa persona que la había dejado así, tan alterada, tan fuera de sí. Su corazón palpitaba con fuerza, como un tambor resonando con cada latido, una y otra vez, siempre diciendo el mismo nombre:
“Su Yue… Su Yue…”
No sabía por qué, pero su voz temblaba ligeramente, con un deje de llanto.
Aun así, Gu Yu sabía muy bien que todo lo que Su Yue había hecho en el escenario no era más que parte del espectáculo. Desde el beso en la mano durante la actuación hasta ese roce fugaz en el juego… todo eran simples trucos, estrategias mínimas para complacer al público.
Cosas insignificantes… pero que para Gu Yu habían sido imposibles de ignorar. Y ahora, mirando hacia atrás, se sentía una completa tonta.
Debería haberlo entendido desde el principio: así es el mundo del espectáculo.
Suspiró profundamente. Se sentía como un globo desinflado. Está bien, quizás solo había sido ella quien se lo tomó en serio, mientras que Su Yue probablemente ni lo recordaba.
¡Ding-ling-ling!
El timbre del teléfono interrumpió sus pensamientos.
Contestó, y una voz familiar sonó del otro lado de la línea.
—¡Jefa, te volviste viral!
Era Li Zhiyun. Su tono habitual siempre era tranquilo, pero esta vez tenía un leve temblor, como si estuviera conteniendo una emoción enorme.
—Ya lo sé…
Gu Yu soltó un suspiro, desanimada, como si ya lo hubiera previsto.
Al final, no había podido evitar el destino de ser odiada por todo internet…
Aunque no se sintió ni sorprendida ni dolida. Después de todo, ya lo había asumido antes de entrar al programa. Se había preparado mentalmente para lo peor, y eso le había fortalecido un poco la tolerancia.
“No pasa nada, el odio también es fama”, se consoló.
De todos modos, no había forma de escapar, ni sentido en enfadarse. Siendo que apenas tenía fans, lo mejor era quedarse tranquila, como una buena sardina a la espera de la marea.
Al menos, mientras el final no llegara, todavía le quedaba un rayo de esperanza.
—¿Ya lo sabías? —preguntó Li Zhiyun, sorprendida—. ¿Jefa, no tenías algo hoy? Te llamé varias veces y no contestaste. ¿Cómo te enteraste?
—¿Hace falta investigar algo así? Cualquiera se daría cuenta.
Gu Yu estaba cada vez más irritada. ¿Este demonio de chica lo había hecho a propósito para fastidiarla? Sabía que había sido blanco de odio en toda la red y aun así le llamaba por teléfono… ¡Realmente no tenía ni una pizca de tacto!
—Mmm… Ya que lo sabes, entonces ponte rápido con los pedidos de estos días. Te aviso que hay bastantes.
—¿Qué? ¿Pedidos? —Gu Yu parpadeó, frunciendo el ceño—. Espera, ¿cómo que pedidos? ¿De dónde salieron? ¿Saliste a repartir volantes para conseguir clientes?
“Vaya, esta chica sí que se toma su trabajo en serio”, pensó con resignación.
—…Jefa, ¿en qué estás pensando?
Li Zhiyun suspiró con impotencia.
—¿No recuerdas que habías prestado ese vestido rojo? Parece que una celebridad famosa lo usó para asistir a una gala de premiación, llamó la atención de los medios y se volvió tendencia. ¡Tu diseño se volvió viral! Y ahora esa celebridad quiere comprarte el vestido. Dice que pongas el precio. Además, han llegado muchos clientes nuevos atraídos por eso. Están esperando a que aceptes sus encargos.
Ahora fue Gu Yu quien se quedó en blanco. ¿Cómo podía ser? ¿Un simple vestido prestado la había hecho explotar en popularidad? ¿Y encima había traído nuevos clientes?
Entonces recordó cuando Lan Xi apareció usando ese vestido rojo encendido. Incluso ella, como diseñadora, no pudo evitar quedarse sorprendida por lo bien que le sentaba.
Bueno, hay que admitir que a Lan Xi le quedaba perfecto.
—Está bien, que se lo quede —respondió—. Envíame los pedidos y especificaciones de los clientes, quiero revisarlos primero.
—Ya están enviados, jefa.
Gu Yu colgó y miró la larga lista de encargos que acababan de llegarle. Sus ojos brillaron con entusiasmo.
Era la primera ganancia real que obtenía en este mundo. Y eso significaba que su idea no estaba nada mal. Al menos ahora estaba empezando a ver resultados. Si todo seguía así, incluso si la familia Gu desaparecía, no tendría que preocuparse por sobrevivir.
Por primera vez en mucho tiempo, el ánimo de Gu Yu se elevó un poco. Deslizó el dedo por la pantalla del celular, lista para elegir un pedido y ponerse manos a la obra.
Pero, sin querer, tocó un anuncio emergente.
Frunció el ceño, pero ya era demasiado tarde para cerrarlo. El contenido apareció rápidamente en la pantalla… y fue entonces cuando un nombre en particular llamó su atención.
—¿Su Yue…?
“¡La nueva serie de Su Yue ha ganado un premio! Se celebrará la ceremonia de premiación de su nuevo trabajo dentro de tres días…”
Gu Yu leyó el titular en voz alta. Así que el nuevo proyecto de Su Yue había sido galardonado… Eso significaba que estaba un paso más cerca de su meta, ¿no?
—¿Debería ir a felicitarla? —murmuró Gu Yu, ladeando el teléfono entre los dedos.
Pero sabía que aún no estaba preparada. Tan solo recordar lo ocurrido durante la grabación del programa hacía que se le encogiera el pecho; una sensación extraña la envolvía por dentro, dejándola inquieta y sin saber por qué.
—Bah… todavía quedan tres días. Lo decidiré cuando llegue el momento —se dijo.
Gu Yu abrió la habitación secreta y se adentró en su estudio. Tenía que concentrarse en el trabajo. Si quería terminar los encargos cuanto antes, tendría que esforzarse más…
Después de todo… no pensaba quedarse atrás con respecto a Su Yue.
Los últimos rayos del atardecer se derramaban sobre las nubes, dorando los árboles que danzaban suavemente con la brisa vespertina. El sol se hundió en el mar y la luz de la luna tiñó de plata la superficie ondulante. La noche descendió en silencio sobre la tierra.
Pero aquella noche no estaba hecha para dormir.
Gu Yu trabajaba bajo la lámpara, diseñando vestidos sin descanso, mientras otra persona, en otra parte, seguía de pie junto a la ventana… contemplando una rosa roja ya marchita pegada al cristal. Como ella, la flor también callaba bajo el soplo frío del viento nocturno.
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