Su Yue retiró con cuidado la rosa ya seca del cristal de la ventana. Su color ya no era tan vibrante como cuando fue cortada; los pétalos estaban marchitos, como un corazón reseco.
Las rosas no pueden conservar su belleza para siempre, igual que los sentimientos hacia una persona. Con el paso del tiempo, al convivir con alguien, Su Yue había notado cómo cambiaba el lugar que Gu Yu ocupaba en su corazón: de ser una enemiga que le resultaba insoportable, a esta relación incierta que ahora las envolvía… ni siquiera sabía cómo habían llegado a ese punto.
Bajo la luz de la luna, Su Yue intentaba trazar con la mente el contorno de Gu Yu. Sus cejas y ojos eran como una niebla suave, cercanos pero inalcanzables, y esa indiferencia suya estaba mezclada con una ternura parecida a una camelia blanca: fría, pero pura.
La noche ya era profunda, pero Su Yue no tenía el menor rastro de sueño.
Y pensar que ella podía haberse concentrado solo en su venganza…
Y sin embargo, había dejado que una rosa seca le revolviera los pensamientos. Y lo peor era que no podía quitársela de la cabeza.
Absurdo. Completamente absurdo.
Dejó la rosa a un lado y se sostuvo el mentón con una mano. Su cabello negro caía como una cascada sobre sus hombros, suave y desordenado, haciendo que bajo la luz lunar su figura se viera aún más lánguida y serena. Sus ojos color vino estaban bajos, como si algo la preocupara profundamente.
Tampoco sabía por qué, en el escenario, había improvisado sin pensarlo dos veces. Cambió el guion sobre la marcha, le hizo eso a Gu Yu… y durante el juego, incluso se permitió besarla en los labios.
Frunció el ceño al recordar esa irritante espumante de cereza. Esa tipa se había atrevido a aprovecharse de Gu Yu justo delante de ella, y para colmo, ella ni se había dado cuenta. Había dejado que la coquetearan tan campante… ¡Qué tonta!
En fin, solo le molestaba esa tipa. Eso era todo.
La brisa nocturna hacía brillar la superficie del mar como un manto de luz. Las sombras de los árboles se agitaban en la oscuridad. Era una noche tranquila, pacífica… y aun así, por más que intentara calmarse, Su Yue no podía conciliar el sueño.
“Gu Yu… acaso… ¿me odia?”.
Pero en el escenario, ella misma vio su rostro sonrojado por la vergüenza. Cuando le tendió la mano, Gu Yu no dudó demasiado antes de acercarse paso a paso hasta entrelazar sus dedos.
Y durante el juego, sus ojos, al sentir el contacto de sus labios, se abrieron como los de un pequeño conejo asustado. Aquellos ojos claros y desconcertados le despertaron un deseo incontrolable de ir más allá, de hacer que esa mirada se posara solo en ella.
De acercarse más, de descubrir expresiones que no había visto antes. Eso… eso parecía bastante entretenido.
“¿Y entonces… qué piensa ella de mí?”.
Nadie podía responderle.
Solo la luna silenciosa y la brisa fresca de la noche se llevaban una hebra de su cabello, acariciando su mejilla en silencio.
La joven no dijo nada más. Sobre la mesa, la rosa marchita se movía ligeramente con el viento, igual que su corazón, temblando en medio de la confusión.
…
Tres días pasaron como si hubieran volado. Después de varias noches de trabajo ininterrumpido en el estudio, por fin Gu Yu volvió a ver la luz del día.
Tras terminar la entrega remota de los pedidos de sus clientas, se incorporó lentamente de su silla, revisó el calendario y se dio cuenta de que ese día era la premiación a la que Su Yue asistiría.
—Señorita, su ropa ya está lista.
La tía Lin, tan puntual como siempre, le habló desde la puerta. Llevaba mucho tiempo trabajando en esa casa, y aunque no hacía tanto que Gu Yu la había reincorporado oficialmente, en todo lo que hacía se notaba su experiencia y fiabilidad.
—¡Gracias, tía Lin! —respondió Gu Yu con una sonrisa mientras tomaba el atuendo que le ofrecía con agrado.
—Señorita, ¿hoy también va a acompañar a la señorita Su al evento?
—Pues… —Gu Yu dudó un segundo—. Mejor no. ¿Qué sentido tendría que yo fuera a su conferencia? Hoy tengo cosas importantes que hacer —respondió con tono indiferente.
—Entendido, entonces haré que el chofer lleve a la señorita Su al lugar.
—Ajá —asintió Gu Yu.
En cuanto la tía Lin se fue, Gu Yu cerró la puerta rápidamente, abrió la bolsa y sacó de dentro una gabardina negra larga.
Se la probó. Le quedaba bastante bien.
Con esto, si iba al evento con Su Yue, seguramente nadie la reconocería.
La verdad es que no es que no quisiera acompañar a Su Yue… Es solo que hoy era un caso especial.
En la novela original, durante la conferencia de prensa de Su Yue, ocurría un incidente inesperado. Aunque Qin Mo lo resolvía todo de forma impecable, al final no conseguía atrapar al responsable que actuaba desde las sombras.
Para asegurarse de que la conferencia de Su Yue transcurriera sin problemas, tenía que ir con ella, aunque fuera en secreto.
Gu Yu acomodó el cuello de la gabardina. Recogió cuidadosamente su cabello claro y lo ocultó bajo una gorra tipo béisbol. Desde fuera, nadie podría reconocerla.
¿Y por qué no ir directamente con Su Yue? Gu Yu sonrió con resignación. Todo el mundo sabía que ellas dos no se llevaban bien. Si aparecían juntas en público y Su Yue sufría un incidente, los medios no tardarían en señalarla a ella como sospechosa. Y entonces, aunque tuviera la razón, no podría explicarse.
Tenía que ayudarla desde las sombras. Que todo saliera bien… sin llamar la atención.
Además…
Gu Yu frunció el ceño. En su mirada clara se reflejaba una sombra de sospecha.
Además, tenía la sensación de que todo esto estaba relacionado con Gu Shengming. Por la seguridad de Su Yue, no podía quedarse de brazos cruzados.
En la mansión Gu, una limusina negra esperaba estacionada en la entrada.
La tía Lin acompañó a Su Yue hasta la puerta, la cual un guardaespaldas abrió con cortesía. Su Yue mantenía un rostro sereno, pero justo cuando estaba por subir, se detuvo y miró hacia la entrada de la casa.
No había nadie.
Sus ojos de tono burdeos se posaron con intensidad en la puerta, como si esperara ver a alguien aparecer. Pero no había rastro de esa persona.
La expresión de Su Yue se tornó melancólica. Bajó la mirada. Sus largas pestañas temblaron suavemente, tan delicadas como las alas de una mariposa.
Esperó un rato más. Pero ella no apareció.
Hoy era el día del estreno de su nueva obra… y Gu Yu no había venido.
Quizá nunca pensó en venir. Gu Yu nunca había asistido a eventos como ese, y esta vez… parecía que tampoco lo haría.
Se escuchó un suspiro muy suave. Tal vez… simplemente esperaba demasiado de ella.
Su Yue no esperó más. Dio media vuelta y subió al coche. El guardaespaldas cerró la puerta tras ella, el motor arrancó, y el vehículo negro se alejó por el camino.
En la ventana del segundo piso, Gu Yu cerró las cortinas en silencio.
Ese rincón no era especialmente visible desde afuera. De pie tras el cristal, envuelta en su gabardina negra, Gu Yu observaba cómo el auto de Su Yue se alejaba.
Vio su mirada antes de partir, el tiempo que esperó… y la decepción en sus ojos. Todo eso se grabó en su mente con claridad. Un sabor amargo e indescriptible le llenó el pecho.
Sentía como si miles de hormigas le caminaran por dentro, como si espinas de rosa se abrieran paso desde su corazón.
Apoyó la mano sobre el cristal. El frío del vidrio le recorrió la piel mientras observaba el auto alejarse hasta que desapareció entre los edificios altos.
Solo entonces bajó la mano, se dio la vuelta y bajó las escaleras. Subió a un coche y partió… siguiendo la misma dirección por la que se había ido Su Yue.
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