Gu Yu se tranquilizó finalmente al ver que Su Yue se había comido la papilla de mariscos. No pensaba quedarse más tiempo allí: ahora tenía algo más importante que hacer.
Volvió a su habitación y, guiándose por la memoria, se dirigió hacia una hilera de estanterías.
En el centro de aquella enorme biblioteca empotrada había una esfera de cristal del tamaño de una palma. A simple vista se notaba que era una pieza exquisita y muy costosa.
Gu Yu apoyó suavemente la mano sobre la esfera. El contacto frío y liso del cristal se acopló a su palma, y el brillo tenue del vidrio bajo la luz del verano tenía algo extrañamente reconfortante.
Inspiró hondo… y presionó hacia abajo.
“¡Clac!”
El sonido seco del mecanismo se activó de inmediato. El leve chirrido de engranajes comenzó a resonar en la habitación, sobresaltándola un poco.
Justo después, la estantería se abrió lentamente desde el centro, revelando… una habitación oscura y oculta.
Así que la habitación secreta seguía existiendo.
Encendió la luz del cuarto escondido. La iluminación reveló un espacio amplio, ventilado y sin olores desagradables. Era un lugar bastante limpio, con mobiliario básico pero funcional. De hecho, el ambiente se sentía bastante cómodo.
Sin embargo… en la novela original, esa habitación era el lugar donde Gu Yu mantenía encerrada y maltrataba a Su Yue.
[En aquella habitación oscura, Su Yue oyó un sonido delante. Alzó la cabeza con esfuerzo, solo para que una mano larga y delicada le sujetara el mentón con fuerza, obligándola a mirarla a los ojos. Aquella mirada gélida le atravesaba el alma. Su Yue no podía liberarse. Las esposas frías y las cadenas la mantenían fija en el sitio. Solo podía dejar que Gu Yu levantara su barbilla y deslizara los dedos por su cuello, tan frágil como el de un cisne…]
Ese recuerdo le vino a la mente de golpe. Desde luego, no era precisamente una escena agradable.
Solo de pensarlo, Gu Yu sintió un nudo en la garganta.
Al ver las esposas y cadenas en la pared —quién sabe de dónde las había sacado la dueña anterior—, Gu Yu se quedó en silencio.
¿Qué clase de afición retorcida tenía esa mujer? ¿¡Llegó al punto de usar juegos de encierro con la protagonista!? Gu Yu, ¿en serio no tenías ni una pizca de conciencia de tu rol como personaje secundario descartable?
Ni modo. Ahora que Su Yue todavía era una pollita recién salida del cascarón, tenía que aprovechar y hacer todo lo posible para borrar esta habitación de su radar. Si algún día llegaba a recordar las penosas humillaciones sufridas aquí… quién sabe, tal vez la liquidaba sin pensárselo dos veces.
Mientras no tuviera capacidad para protegerse, Gu Yu tenía que andar con pies de plomo. Y eso significaba cortar de raíz cualquier posible amenaza desde ahora mismo.
Entonces, ¿qué hacer con esta habitación secreta? ¿Sellarla? ¿O mejor mandarla a destruir por completo? Fuera como fuera, Su Yue no debía volver a verla jamás.
De pronto, a Gu Yu se le encendió una idea brillante.
La habitación era amplia y luminosa, con una decoración que podía considerarse refinada. Solo estaba un poco oscura, y si quitaba esas extrañas cadenas colgadas por todas partes, sería prácticamente perfecta. Podría aprovecharla y transformarla en su nuevo estudio de diseño.
Gu Yu estaba más que satisfecha con la idea y estaba a punto de llamar a alguien para que la ayudara a redecorarla, cuando una voz sonó desde la entrada.
—¿Señorita Gu?
Una sirvienta de cabello corto se asomó por la puerta, con un destello astuto en la mirada.
—¿Necesita que la traiga?
Gu Yu miró hacia la sirvienta de sonrisa amable en la entrada. Cuando reconoció quién era, frunció el ceño con desagrado.
Gu Yu recordaba bien a esa sirvienta. Era la misma que le había traído el inhibidor de feromonas el día anterior, y también la que su asqueroso padre biológico, Gu Shengming, había enviado para vigilarla en secreto.
Fue ella quien estuvo manipulando desde las sombras a la antigua Gu Yu, instigándola a tratar a Su Yue con crueldad. Y ahora, al parecer, aún quería seguir torturándola. Una sirvienta tan venenosa no podía quedarse. ¡Estaba claro que tenía algo que ver con su muerte en la historia original!
“Ya que viniste sola… no me culpes por no tener piedad. Una persona tan desleal como tú debe ser eliminada cuanto antes”.
—¿Quién te dio permiso para entrar? ¿No sabes que hay que tocar la puerta antes de entrar?
Gu Yu soltó una risa fría. No era una pregunta, era una acusación. Su tono, tan gélido como el viento de pleno invierno, hizo que el ambiente se congelara al instante.
—¿Eh? Señorita Gu… lo siento, yo…
La sirvienta tartamudeó sin saber qué decir. Solo había dicho una frase al azar, ¿por qué Gu Yu de repente se lo tomaba tan en serio? Al notar que la actitud de Gu Yu hacia ella ya no era como antes, se puso tan nerviosa que apretó los dedos con fuerza.
Normalmente, cuando decía eso, Gu Yu asentía sin más y le indicaba que trajera a Su Yue, incluso la felicitaba por hacerlo bien. ¿Por qué hoy era diferente?
¡Maldita sea! ¿Qué le pasaba últimamente a esta señorita Gu? ¡Parecía otra persona! ¡Y encima ahora estaba preocupada por Su Yue! Si no fuera porque necesitaba acercarse a ella para sonsacarle información, ni muerta vendría a servir a esta niña arrogante y prepotente.
—¿No puedes hablar? Entonces mejor cállate —dijo Gu Yu, recostándose con desdén contra la puerta del estante. Sus ojos claros, fríos y apáticos, parecían no albergar emoción alguna.
—Me molestas. Antes de que te eche yo misma, lárgate por tu cuenta. Estás despedida.
La sirvienta abrió los ojos como platos, incrédula:
—¡S-señorita Gu, no diga eso en broma! ¡Yo soy del señor Gu…!
¡¿Ella, una enviada personal de Gu Shengming, y esta inútil despreciada de Gu Yu se atrevía a darle órdenes?!
—Señorita Gu… por favor, no diga esas cosas en broma. El señor Gu fue quien me envió para cuidarla. Solo yo tengo experiencia con sus necesidades, no es bueno cambiar de personal tan a la ligera. Si hay algo que no le parezca, puede decírmelo con total libertad…
La sirvienta se forzó a mantener una sonrisa profesional y educada, pero por dentro ya había maldecido a Gu Yu de todas las formas posibles. “¿Quién se cree que es? Solo es una inútil abandonada, igual que esa tal Su Yue, ¡y aún así se atreve a darme órdenes con ese tono arrogante!”
Aun con el orgullo herido, bajó la cabeza. Lo que más le molestaba era no poder hacer nada contra las dos personas que más le disgustaban.
La mirada de Gu Yu se volvió completamente fría. En su voz ya no había ni una pizca de paciencia. La miró fijamente a los ojos y pronunció, palabra por palabra:
—Ya te lo dije. Estás despedida.
No había espacio para réplica.
Aunque Gu Yu fuera una omega, su presencia irradiaba una dignidad innata, orgullosa y distante, como si hubiese nacido para dar órdenes. No mostraba el menor temor, incluso sabiendo que esa mujer respondía directamente a Gu Shengming.
—Tú… —la sirvienta temblaba de rabia, el rostro descompuesto por la frustración.
—Ya está. El contrato de tu despido te lo enviaré en un par de días. Y ahora, hazme el favor de desaparecer de mi vista. Me resultas… desagradable.
Otras sirvientas que presenciaron la escena salieron corriendo a buscar a los guardias. En poco tiempo, varios de ellos llegaron y se llevaron a la mujer de cabello corto. Algunas de las criadas que habían sufrido por su culpa sonrieron con malicia. Otras se escondieron a observar a Gu Yu con cautela.
La señorita Gu siempre había protegido a esa mujer… ¿por qué la despedía de repente? Nadie lograba entender del todo su carácter ahora.
—A partir de hoy, voy a elegir personalmente a una nueva encargada del servicio —dijo Gu Yu con total indiferencia.
Su mirada se paseó lentamente por las criadas presentes. Las que cruzaban su mirada con la de ella, se apresuraban a agachar la cabeza, inquietas.
Gu Yu esbozó una ligera sonrisa… y con precisión apuntó con el dedo:
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