Todas esas sirvientas eran los ojos y oídos de Gu Shengming. No solo estaban allí para vigilarla a ella, también a Su Yue.
Mientras esas personas siguieran presentes, Su Yue encontraría muchas trabas para recuperar la empresa. Gu Yu tenía que ayudarla a despejar el camino, eliminando esos obstáculos.
—¿No oyeron? ¿Qué esperan para largarse?
De todos modos, la Gu Yu original era así, con arrebatos de locura impredecibles. No sería raro para nadie. Gu Yu las miró con frialdad, y esas sirvientas señaladas se retiraron a regañadientes, visiblemente molestas.
Observando sus espaldas alejarse, Gu Yu no pudo evitar sacudir la cabeza con cierta lástima. Resultaba que ni siquiera como señorita de la casa la antigua Gu Yu tenía peso. Su título existía solo en nombre, tanto que hasta una simple sirvienta se atrevía a desafiarla. En un ambiente familiar tan agobiante, era normal que la original hubiera perdido la cabeza.
Luego, desvió la mirada hacia las que quedaban, y le habló a una de las sirvientas de mayor edad:
—Tú. Serás tú.
Gu Yu la recordaba. Esa mujer había servido a la madre de la original. Entre confiar en alguien enviado por Gu Shengming o en alguien que había estado con esa madre a la que nunca había conocido, Gu Yu prefería lo segundo.
Al fin y al cabo, su madre y Gu Shengming no se llevaban bien. El enemigo de mi enemigo es mi aliado. Aunque la original y su madre no fueran cercanas, al menos ella no debía ser capaz de ignorar completamente a su propia hija… ¿verdad?
Por ahora, Gu Yu contaba como parte del mismo bando que su madre, y siempre era más confiable usar a los tuyos.
—Muy bien, señorita. Me encargaré de esta casa tal como usted lo desea.
La tía Lin era una de las personas más veteranas de esta casa, con mucha experiencia, y su lealtad era lo que más satisfacía a Gu Yu.
En la novela, incluso cuando Gu Yu era cruel, temperamental y solía maltratar a los sirvientes, cuando fue víctima de una conspiración y murió, solo la tía Lin fue quien se presentó en el incendio, llorando desconsoladamente.
Para entonces, la madre de la original, Lan Ting, ya había fallecido por enfermedad, pero le había pedido a la tía Lin que cuidara de Gu Yu. Sin embargo, el destino fue implacable: la vida de una villana no podía cambiarse tan fácilmente, y al final, fue una anciana quien tuvo que despedir a una joven en su ataúd.
Cuando Gu Yu leyó esa parte en el libro, en aquel entonces no sintió nada. Solo pensó que la muerte de Gu Yu era merecida y que cosechaba lo que había sembrado. Pero ahora… era diferente.
—Tía Lin, confío en usted.
Gu Yu sonrió mientras tomaba su mano. La mano de la mujer madura era un poco áspera, con callos finos: las huellas del paso del tiempo.
—Usted nos ha visto crecer a Su Yue y a mí. A partir de ahora, le dejo todo en sus manos.
—Señorita… —los ojos de la tía Lin se llenaron de lágrimas. Su joven señora había cambiado de verdad, y por un instante creyó volver a ver a la pequeña Gu Yu de su infancia.
—No se preocupe, señorita. Nunca traicionaré su confianza.
Gu Yu le dio unas palmadas suaves en la mano mientras observaba el brillo húmedo en los ojos de la tía Lin. Una punzada de tristeza le recorrió el pecho sin saber por qué.
Tal vez esto sirviera para limpiar algo del karma que cargaba la protagonista original. En el pasado, ella ignoró a quienes la querían y prefirió ir directo a enfrentarse con los protagonistas, buscando su propia destrucción. Fue un error tras otro. “En esta vida, déjenme a mí reescribir el final”.
“El de ambas. El de nuestro destino compartido”.
—Tía Lin, hay algo urgente que necesito pedirle —dijo Gu Yu con seriedad.
—Señorita, lo que usted ordene —respondió la tía Lin, limpiándose las lágrimas con ambas manos y mirando a Gu Yu con total concentración. Era la primera tarea que su señorita le confiaba, así que debía realizarla con la máxima perfección.
—Quiero reformar este cuarto secreto en mi habitación —dijo Gu Yu, señalando detrás de sí.
—¿Y cómo desea reformarlo? —preguntó la tía Lin con cautela, como temiendo que la señorita quisiera volver a colocar cosas extrañas ahí dentro.
—Tía Lin… No me mire así —Gu Yu se quedó sin palabras—. ¿Por qué me mira como si fuera una pervertida? ¡Soy una ciudadana decente!
Gu Yu suspiró con resignación. Después de todo, no podía culparla: con el historial que tenía la protagonista original, era difícil no malinterpretar sus intenciones.
Al pensarlo, Gu Yu no pudo evitar darle una patada mental más a la original.
—No me malinterprete. Solo quiero desmantelar todo lo que hay ahí dentro, redecorar el espacio de forma sencilla, poner algunos muebles… ¡Eso es todo! ¡Nada raro!
—Ah, ya veo… —respondió la tía Lin, aliviada.
—Entonces, dígame qué necesita y yo me encargaré de conseguirlo —ofreció de inmediato.
Gu Yu asintió, buscó papel y pluma en su escritorio, y escribió rápidamente una lista con todo lo necesario para su nuevo estudio, basándose en su experiencia previa. Luego se la entregó a la tía Lin.
—Esto no debe saberse. No puede llegar a oídos de mi padre, ¿de acuerdo? Tiene que ser confidencial.
La tía Lin asintió con firmeza.
—¿Y la señorita Su? —preguntó en voz baja.
—Tampoco debe enterarse —dijo Gu Yu—. Durante la remodelación será inevitable que haya movimiento, pero cuando traigan los muebles, asegúrese de que Su Yue no esté presente. También quiero que todo esté terminado lo antes posible.
—Entendido, señorita. ¡Voy ahora mismo a encargarme de todo!
La tía Lin salió con la lista en la mano y, al poco rato, un grupo de obreros de remodelación cruzó la entrada. Ella misma los guió escaleras arriba y supervisó personalmente los trabajos.
Gu Yu sonrió, sorprendida por su eficiencia.
—Señorita, he contratado a los mejores diseñadores de interiores de la ciudad. ¿Le parece bien esta propuesta?
—Sí, está bien —asintió.
En realidad, Gu Yu no tenía demasiadas exigencias sobre el diseño. Le bastaba con que quitaran esas cadenas y grilletes, y luego rellenaran y disimularan los rastros que dejó la protagonista original. Al fin y al cabo, ese lugar solo sería un espacio de trabajo temporal. Si lograba escapar de este mundo con éxito, entonces ya no tendría que preocuparse por nada y podría dedicarse libremente a lo que realmente amaba.
En su mundo original, Gu Yu era una diseñadora estrella en una boutique de moda de alta costura personalizada. Tenía su propio estudio. Desde pequeña había soñado con convertirse en diseñadora de moda, y tras años de esfuerzo había logrado cumplir ese sueño. Era reconocida como una figura de prestigio, e incluso había diseñado vestidos para celebridades y estrellas internacionales.
Pero ahora, al haber sido transportada a esta novela, debía empezar desde cero.
Mientras observaba el ir y venir de los obreros, Gu Yu recordó que Su Yue todavía vivía en ese piso.
¿Estaría molestando su descanso con tanto ruido?
En ese momento, una silueta blanca pasó fugazmente por una esquina cercana, y en el aire flotó una ligera fragancia dulce con un dejo de aroma a vino.
Como un vino tinto añejado durante años, el aroma dulce y elegante flotaba bajo las vigas, disipándose poco a poco en el aire.
Al mismo tiempo, una criada de aspecto poco llamativo se retiró discretamente de entre la multitud y subió al segundo piso. Al llegar a una esquina, se desvaneció sin dejar rastro.
Ese era el cuarto de Su Yue.
Gu Yu alcanzó a ver de reojo cómo la criada entraba en la habitación de Su Yue y cerraba la puerta tras de sí. Sintió un leve impulso en el pecho y decidió seguirla.
Sabía que esa criada era una persona de confianza de la familia Su. Gracias a ella, que había estado protegiendo a Su Yue en secreto y transmitiéndole información, Su Yue logró obtener rápidamente pruebas contra Gu Shengming. Para Su Yue, esa mujer era su última aliada, casi como una familia.
Gu Yu se detuvo frente a la puerta mientras veía cómo se cerraba.
Susurró para sí con un suspiro:
—Olvídalo.
Ahora no era el momento de interrumpirlas. Aunque ella no tenía ninguna intención hostil hacia Su Yue y tampoco se interpondría en sus asuntos, para ellas Gu Yu seguía siendo como una bomba de tiempo, alguien que podría explotar en cualquier momento.
Mejor dejarlo así.
Gu Yu se dio la vuelta y se alejó. Su largo vestido negro ondeaba al caminar, envolviendo su silueta alta y esbelta con una elegancia imponente.
Y justo cuando Gu Yu desapareció de vista, la puerta entreabierta del cuarto se abrió apenas… revelando una rendija silenciosa.
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