Después de unos minutos de tensión, Gu Shengming por fin retiró sus feromonas. El molesto aroma a tabaco barato que la oprimía empezó a disiparse. Gu Yu jadeaba con dificultad, apretando con fuerza las palmas para no mostrar ni un ápice de debilidad.
Observó con rencor al hombre que, de espaldas a ella, seguía bebiendo su té con toda la calma del mundo. Si las miradas mataran, Gu Shengming ya estaría muerto unas mil veces.
Pero él, como si no notara nada, siguió sirviendo el té sin inmutarse.
—¿Y Xiao Yue? ¿Por qué estás sola?
—Tiene fiebre. No puede bajar por ahora. Si tiene algo que decir, dígamelo a mí.
Gu Yu apretó con nerviosismo la tela de su falda. No sabía cómo se comportaba normalmente la original frente a Gu Shengming, pero considerando que era un hombre capaz de usar sus feromonas para oprimir a su propia hija… estaba claro que su relación no podía ser buena.
—¿Ah, sí?
El hombre se puso de pie. En ese instante, su figura alta bloqueó por completo la luz del sol. La sombra cubrió por completo el cuerpo menudo de Gu Yu, sumiéndola en una oscuridad total.
Ella dio un paso atrás. Una sensación de peligro inminente la envolvió de golpe.
—Me dijeron que despediste a esas criadas sin autorización. ¿Qué fue lo que pasó?
La voz del hombre era pausada, tranquila, pero su rostro severo la observaba con una frialdad que helaba la sangre. No había ni una pizca del afecto que debería existir entre padre e hija.
—No me caían bien, eso es todo. No hay otra razón.
Gu Shengming no respondió. Solo la observó en silencio, como si evaluara algo.
El penetrante olor a tabaco barato volvió a flotar sutilmente a su alrededor, como si la tanteara, diera una vuelta exploratoria… y luego se retirara lentamente.
—Muy bien… Veo que has estado obedeciendo a tu padre.
Gu Shengming curvó los labios en una sonrisa, pero sus ojos enfermos no contenían ni una pizca de emoción.
—A Yu, debes recordarlo bien. Solo un alfa puede convertirse en el verdadero dueño del poder. Solo si lo sujetamos firmemente con nuestras propias manos… podremos tenerlo todo.
Se inclinó hacia ella, tan cerca que su voz se volvió un susurro pegado a su oído.
—No dejes que nadie descubra tu secreto. No necesito a alguien que no tenga valor.
Su voz era suave, casi tierna, como si estuviera hablando con una flor frágil. Pero al llegar a los oídos de Gu Yu, fue como si la empujaran directo a un pozo helado. El miedo trepó por su espalda como una serpiente fría, haciéndola estremecer de forma incontrolable.
El aroma a tabaco impregnado de feromonas casi la dejó sin aire. Su instinto omega, el de ese cuerpo, nublaba su conciencia. Por un instante, Gu Yu se sintió completamente desorientada.
No supo cuánto tiempo pasó. Cuando por fin recobró el juicio, ya no había rastro del hombre frente a ella.
Solo quedaba en el aire ese tenue olor, como un recordatorio de lo que acababa de ocurrir.
—Ugh…
Gu Yu se agachó, con náuseas y arcadas que le retorcían el estómago. Ese apestoso aroma a tabaco barato se sentía como un veneno, esparciéndose sin control por todo su cuerpo.
El malestar no daba tregua. Sentía el estómago revuelto, las sienes palpitando con fuerza, y en sus oídos un zumbido agudo la atormentaba sin pausa.
—¡Llamen a un médico, rápido!
La voz urgente de la tía Lin sonó desde no muy lejos. Justo antes de perder el conocimiento, Gu Yu alcanzó a ver de reojo una silueta blanca en lo alto de las escaleras…
¿Era Su Yue? ¿No le había dicho que no saliera…?
—Su… Yue…
No alcanzó a distinguir bien su rostro. Todo se volvió negro. Y luego, nada.
En su mente comenzaron a mezclarse luces y colores, imágenes desordenadas y caóticas flotaban en su conciencia. Era como si estuviera a la deriva, una burbuja flotando en un mar profundo, sin saber a dónde pertenecía.
En medio del sueño, un aroma a vino tinto—rico y fuera de lugar—pareció irrumpir de pronto, jalándola bruscamente justo cuando su conciencia flotaba cada vez más lejos.
El cielo comenzaba a clarear, y la neblina ante sus ojos se disipaba poco a poco.
Era como si acabara de despertar de una resaca: Gu Yu sentía que no le quedaba ni una pizca de fuerza en el cuerpo. Intentó abrir los párpados pesados. Al sentir el calor del sol, se animó a mirar hacia la luz del amanecer…
Y entonces, sin previo aviso, un par de ojos rojos como el rubí irrumpieron directamente en su campo de visión.
—Su…
Gu Yu se sobresaltó. Su voz era apenas un hilo áspero; no alcanzó a terminar de hablar cuando un ataque de tos la sacudió con fuerza. Le brotaron lágrimas a los ojos, y el borde de sus párpados se tiñó de rojo.
En ese estado, resultaba difícil imaginar que ella fuera una alfa. Cualquiera que la viera podría jurar que era una omega que acababa de ser intimidada.
Su Yue, sin decir nada, le tendió un vaso de agua tibia. Cuando recibió el agradecimiento de Gu Yu, se limitó a sentarse en silencio a su lado.
Observó las pestañas claras y alargadas de Gu Yu, temblando como las alas de una mariposa al batirse. En ese momento, mientras ella bebía en calma y su actitud altiva se suavizaba, todo el mundo pareció detenerse.
Por un segundo, Su Yue pensó que si el tiempo pudiera congelarse así para siempre… no sería tan malo.
—…Gracias —murmuró Gu Yu al dejar el vaso. Sus labios pálidos, ahora humedecidos por el agua tibia, empezaban a recobrar algo de color. —¿Qué me pasó?
Gu Yu no podía evitar sentirse confundida. Solo había sido presionada un poco por las feromonas de Gu Shengming, ¿y aun así había tenido una reacción de estrés tan fuerte como para desmayarse?
¿Qué demonios le había hecho ese hombre al cuerpo original para que reaccionara con tanto miedo cada vez que aparecía?
Su Yue le lanzó una mirada como si estuviera observando a una tonta, guardando silencio mientras analizaba a esa Gu Yu completamente perdida, sin entender lo que había pasado.
—Eres alérgica a sus feromonas. ¿No lo recuerdas?
¿Eh? ¡¿Alergia?!
Gu Yu por fin entendió. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza que el cuerpo original tuviera semejante condición. En la novela apenas se mencionaban detalles así de triviales, y ella había asumido que esa reacción tan intensa venía de la memoria muscular del cuerpo. ¿Pero resultaba que era una reacción alérgica?
Entonces… ¿todas las tonterías que acababa de soltar la habían delatado por completo ante Su Yue?
Se puso nerviosa. Si lo hubiera sabido antes, habría indagado de forma más sutil. Ahora, si levantaba sospechas, ¿qué iba a hacer?
Su Yue suspiró y explicó con calma:
—Eres alérgica a las feromonas de tabaco del señor Gu. Si pasas demasiado tiempo cerca de él, lo que acaba de pasar volverá a suceder.
Gu Yu sintió un alivio inmenso. ¡Su Yue no se había dado cuenta de nada!
Pero… parecía que se había centrado en lo equivocado.
Entonces abrió mucho los ojos, cayendo en la cuenta. Si realmente era alérgica a las feromonas de Gu Shengming, ¡¿por qué ese desgraciado se las seguía echando encima?! ¿Acaso quería matarla?
Hasta las fieras cuidan de sus crías… ¡Ese tipo no tenía ni un gramo de humanidad!
Gu Yu sentía el impulso de estamparle un buen puñetazo en la cara.
Y por la expresión de Su Yue, estaba claro que esto no era ninguna novedad para ella. Lo conocía bien. ¿Desde hace cuánto tiempo venía Gu Shengming torturando así a Gu Yu?
¿Lo hacía a propósito, liberando sus feromonas solo para ver cómo ella se desmoronaba, cómo se retorcía frente a él sin poder respirar? ¿Todo por pura diversión?
¡Esto ya no era una simple perversión, era intento de asesinato!
Gu Yu estaba tan furiosa que apenas podía contener la rabia que le hervía por dentro. Si tuviera el poder, ¿quién querría seguir soportando a un padre tan retorcido?
No, tenía que adelantar su plan. Tenía que ayudar a Su Yue a recuperar su empresa cuanto antes y derribar de una vez por todas a Gu Shengming.
De lo contrario, con ese psicópata suelto, no podía asegurar que un día no la matara de verdad. Y si eso pasaba, jamás podría volver a su mundo original.
—¡Gu Shengming… maldito bastardo! —maldijo con los dientes apretados.
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Comentarios del capítulo "Capítulo 8"
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