Apenas escuchó la voz de Ji Ruyu, Jiang Xu abrió los ojos de golpe.
La figura que apareció junto a su cama vestía el atuendo imperial completo. Seguramente venía de reunirse con algún funcionario y aún no había tenido tiempo de cambiarse. Bajo la tenue luz nocturna, su rostro —ya de por sí deslumbrante— parecía aún más hechizante, como una criatura de otro mundo que se había colado en el reino de los mortales. Sus ojos la miraban fijamente, como si quisieran arrancarle el alma.
Estaba demasiado cerca. Jiang Xu frunció el ceño al percibir un tenue olor a alcohol y preguntó con tono severo:
—¿Qué haces aquí a estas horas? ¿Con quién estuviste bebiendo?
Ji Ruyu no respondió. En cambio, comenzó a quitarse la ropa imperial.
Jiang Xu la miraba incrédula mientras esa mujer se despojaba del pesado dragón bordado como si arrojara una prenda vieja al suelo. Solo le quedó una fina prenda interior colgando suelta de los hombros.
—¡Ji Ruyu! ¡¿Acaso lo único que sabes hacer es actuar como una pervertida?!
—¿Pervertida? —Ji Ruyu trepó con toda naturalidad a la cama, sonriendo con descaro mientras se acomodaba sobre su cuerpo.
Jiang Xu levantó la mano, lista para soltarle una bofetada—pero antes de que pudiera hacerlo, Ji Ruyu se le acercó de golpe y apoyó la cabeza en el hueco entre su cuello y su hombro, alargando las palabras con voz suave y melosa:
—Solo quiero que mi cuñada me ayude un poquito… Tú fuiste la que dijo que “la cuñada mayor es como una madre”, ¿no? Que si me pasaba algo… lo enfrentaríamos juntas…
Jiang Xu recién entonces notó que el cuerpo de Ji Ruyu ardía como fuego.
—¿Tienes fiebre?
—Tomé algo que no estaba muy limpio…
—¿Qué cosa?
—Licor con afrodisíaco. Y ahora… necesito un antídoto.
Mientras hablaba, Ji Ruyu comenzó a moverse sobre ella con intenciones nada inocentes.
En un principio, solo había venido para ver cómo reaccionaba su cuñada. Pero con el efecto del afrodisíaco recorriéndole el cuerpo, Ji Ruyu descubrió que realmente empezaba a perder el control. Su cuñada se veía tan frágil… y olía tan dulce…
Su voz ya contenía un tinte de deseo:
—Cuñada… ¿verdad que no serías capaz de dejarme así, sufriendo tanto?
Y diciendo eso, comenzó a besarle los dedos.
Jiang Xu sintió un escalofrío, como si le pasara electricidad por la columna. ¡¿Estaba completamente loca?! ¡Ella era su cuñada!
Esa mujer seguramente tenía un harén de bellezas en su mansión, ¿por qué tenía que venir a fastidiarla justo a ella?
Retiró sus dedos como si se hubiera quemado.
—¡Ni se te ocurra!
Pero Ji Ruyu no la soltó, le sujetó la mano con firmeza.
—Cuñada, solo necesito tus dedos un momento… Es muy fácil, te lo prometo.
¡Como si ella no supiera para qué los quería usar! Aunque no lo hubiera experimentado en carne propia, no era ninguna ingenua. El solo pensarlo hizo que se le tiñeran las mejillas de rojo.
—¡Te dije que no!
Ji Ruyu hizo un puchero.
—Ah, ya veo… A la cuñada no le importa mi sufrimiento, ¿eh? ¿Y si me enfermo? ¿Y si me pasa algo?
—Este afrodisíaco es muy potente. Si sigo aguantando así, no me extrañaría terminar gravemente enferma. Y si me enfermo, ¿quién sostendrá esta tambaleante corona? —Ji Ruyu la miró con una sonrisa ladina—. Cuñada, tú sabes perfectamente en qué estamos metidas. Si me hundo, tú te hundes conmigo. ¿De verdad no te importa?
—Tú… —Jiang Xu no podía creer que la estuviera amenazando. —¿Por qué tienes que venir justo conmigo? ¿No puedes buscar a otra?
Ji Ruyu soltó una risita burlona:
—Cuando intento acostarme con alguna concubina, tú siempre te apareces como un rayo, desesperada por evitar que cometa errores. ¿Ahora sí te da igual?
Jiang Xu se obligó a calmarse.
Tenía claro que no podía aceptar hacer algo así con Ji Ruyu. Pero si esa mujer realmente iba con otra, si llegaban a tener algo íntimo… ¿y si terminaba encariñándose?
Eso iba contra todo lo que se había propuesto.
Sabía que su cara debía de estar tan roja como una granada. Por suerte, la luz tenue de la noche seguramente impedía que Ji Ruyu lo notara.
—Yo… te ayudaré —murmuró al fin, con los labios temblando y la mente completamente en blanco.
Ji Ruyu alzó las cejas, visiblemente sorprendida por su respuesta, pero enseguida sonrió con entusiasmo.
—Mi cuñada me quiere mucho.
Jiang Xu apretó los labios. “Mucho” no era la palabra… ¡se estaba sacrificando por pura desesperación!
Ji Ruyu se bajó de encima.
El lecho era amplio. Se despojó lentamente de su ropa interior y sus pantalones, quedándose solo con un fino dudou, el sostén tradicional.
Jiang Xu sintió el impulso de mirar hacia otro lado, pero sus ojos se clavaron inevitablemente en ese pedazo de tela. Por suerte, no era su propio dudou.
Ji Ruyu llevaba puesto un dudou azul celeste. Ese tono frío, lejos de restarle atractivo, parecía acentuar aún más su sensualidad.
El ambiente se tornó ambiguo y sofocante. Jiang Xu empezó a contener hasta el aliento, como si un movimiento en falso pudiera quebrar el fino equilibrio que las rodeaba.
Era como haber regresado al primer día de su llegada a este mundo, cuando malinterpretó la situación y creyó estar teniendo una aventura con una joven. En aquel entonces, la distancia entre ellas y lo prohibido había sido mínima. Y ahora, todo volvía a sentirse igual… con una sola diferencia: esta vez, los roles estaban invertidos.
No podía negarlo: la belleza de Ji Ruyu era indiscutible. Tenía un rostro deslumbrante, sí, pero además, un cuerpo que quitaba el aliento.
El dudou apenas cubría su busto generoso, pero no lograba ocultar del todo esas curvas provocadoras: su cintura de avispa, su espalda esbelta, sus piernas blancas apenas separadas. Y con una sonrisa teñida de rojo carmesí, dijo:
—Cuñada, date prisa. Ya no aguanto más.
Cualquier mujer que apreciara la belleza habría caído rendida ante semejante tentación.
Pero Jiang Xu aún seguía batallando por dentro.
Por un lado, se repetía que no sentía nada especial por Ji Ruyu. Solo estaba evaluando la situación y ayudándola por pura necesidad. Incluso si acababan haciendo algo, eso no cambiaría en nada su vida.
Por otro lado… ¿cómo aceptar compartir algo tan íntimo con una mujer con la que no tenía ningún vínculo emocional? Y además, ¡era su cuñada! Aunque solo fuera en nombre…
—Mmh…
Ji Ruyu soltó un suspiro suave.
—Pensé que mi cuñada tomaría la iniciativa… Qué ilusa fui.
Ji Ruyu de pronto le agarró la mano y la llevó bajo su cuerpo.
Jiang Xu cayó sobre ella, y Ji Ruyu, sin soltarle los dedos, la guió hasta tocar la carne suave entre sus piernas.
La tensión era tal que se le olvidó respirar.
A diferencia de las veces anteriores, en que todo era pura provocación, esta vez Ji Ruyu realmente la deseaba. Era evidente en su cuerpo, en su mirada, en su respiración entrecortada.
Mientras sostenía sus dedos, también rodeó su cuello y ofreció sus labios…
Tal vez fue lo denso del ambiente, pero Jiang Xu no se apartó. Olvidó resistirse…
Justo cuando sus labios estaban a punto de encontrarse, cuando sus cuerpos estaban a punto de enredarse en lo inevitable…
—¡Su Majestad, la consorte Li pide audiencia urgente! —la voz de Fang Gonggong resonó del otro lado de la puerta.
El llamado hizo que Jiang Xu se quedara completamente rígida… y despertara del trance.
De inmediato empujó a Ji Ruyu.
—¡Quédate escondida y no hagas ningún ruido! —le ordenó en voz baja.
Mientras Ji Ruyu la miraba con molestia, Jiang Xu corrió la cortina del lecho, ocultando así la peligrosa escena de hacía apenas unos segundos.
Solo entonces, libre de su mirada, Jiang Xu se atrevió a tocarse la cara.
Estaba ardiendo…
Por poco… por muy poco…
—Haz pasar a la consorte Li.
Tras ajustarse la ropa y calmarse un poco, habló con serenidad.
Que la consorte Li viniera a estas horas, desafiando la noche, solo podía significar que algo grave había ocurrido.
Poco después, la consorte Li entró. Iba vestida con sencillez, el rostro demacrado.
Y nada más cruzar el umbral, sin decir palabra, cayó de rodillas frente a Jiang Xu con un golpe seco.
—Su Majestad… ¡le ruego que me salve! —suplicó entre sollozos.
Por favor, introduzca su nombre de usuario o dirección de correo electrónico. Usted recibirá un enlace para crear una nueva contraseña a través de correo electrónico.
Comentarios del capítulo "Capítulo 5"
MANGA DE DISCUSIÓN